Sábado por la mañana, jornada deportiva escolar en cualquier cancha o circuito de juego. El ambiente en la grada está caldeado. Los padres no animan: gritan, insultan, reprochan las decisiones del juez, árbitro, entrenador… dirigen a sus hijos… Nada diferente que no se aprecie en cualquier cancha de juego, sólo que en este caso los “deportistas” tienen entre 6 y 14 años.
El talante de algunos padres y madres cuando sus hijos están en la pista de juego es irritante, todo les parece mal, confunden el deporte profesional con el de formación. Los malos modos echan por tierra los grandes valores del deporte; principios como el esfuerzo, superación personal, franqueza, resiliencia… Éste no es el mensaje que deban enviar a sus hijos cada fin de semana.
Los padres tienen que ser padres incluso en las competiciones o juegos de sus progenitores, no hay mejor educación que el ejemplo. De no ser así, sólo se consigue confundir al joven deportista, invitándole a que esta maravillosa etapa de su vida sea un conflicto permanente. La felicidad de su hijo está por encima de todo, como padres hay que sentirse siempre satisfecho con lo que hagan los hijos: ganen, pierdan o cometan errores, en definitiva, felicitarles por participar más que por competir.
No debe olvidar que su hijo hace deporte para recrearse, no para que lo haga usted. En vez de fascinarse con su futuro éxito, insultando y gritando toda decisión, cultívese para que se sienta orgulloso como padre y deje que él o ella desentierren con aciertos y errores las cosas que le interesan.
“El futuro de los pequeños deportistas, depende del presente en el que vivan”.
En el campo de juego, no todo vale. Los padres siempre enseñan más con el ejemplo que con lo que expresan o gritan.
Muchas gracias.
¡Salud, suerte y hasta la próxima!