«No hay más que una educación, y es el ejemplo» ¡Cuántos altercados en el deporte base! Y, los padres, son los causantes de la mayoría de ellos. Cualquier árbitro de categorías menores, maneja una abultada hoja de agravios. Mientras algunos chillan, otros se ven inesperadamente abducidos por el espíritu entrenador, imitando a los profesionales, que son los que verdaderamente saben. Dan órdenes, corrigen posiciones, claman contra el árbitro y, sin pretenderlo, cargan a sus hijos con tareas imposibles de llevar a cabo.
La presión paterna y materna se palpa en las gradas. Cuando ven a su hijo jugar o entrenar, pierden la cabeza: insultan, chillan, menosprecian… Pasan el partido subiendo y bajando la grada, gritando, metiendo presión al entrenador, al árbitro y, sin darse cuenta, a su propio hijo.
La pelota, está en el tejado de ustedes, padres y madres de futuras estrellas. Si creen que están criando a un profesional del deporte, quizá les convenga escuchar esta historia.
Mi historia:
Con mis padres, poco hablaba de deporte. Nunca se metieron con el árbitro, ni con el rival, ni con mi entrenador. Y, tampoco me decían cuándo debía apretar, en alguna competición. Jamás me metieron presión. No parece mala receta.
Su hijo, quien escribe, fue internacional absoluto con España, en 19 ocasiones y, aún hoy, después de más de cuarenta años, sigue practicando deporte, participando en competiciones y andando por la vida.
El mejor consejo, lo da la experiencia. Pero, muchas veces, llega demasiado tarde. A los padres, que les gustaría tener a una estrella en la familia, yo les digo: ya pueden empezar a entrenar, ustedes, no su hijo. ¡Nunca es demasiado tarde!
Muchas gracias.
¡Salud, suerte y hasta la próxima!