EL FUTURO NO LE ES PROMETIDO A NADIE
“No es honesto que los jóvenes que se preparan para ser deportistas profesionales renuncien a sus estudios, aunque su futuro sea muy alentador”
Son muchos los niños y niñas que sueñan con emular a deportistas de élite. Jugar al Fútbol como Messi, jugar al Badminton como Carolina Marín, nadar como Mireia Belmonte, llegar a lo más alto como los hermanos Gasol, pedalear tan rápido como Alejandro Valverde o, lo más deseado, jugar en el Real Madrid, en el FC Barcelona, o en el equipo de su ciudad.
Para ellos y ellas el deporte no essolo una afición, también forma parte de su futuro.
El camino para convertirse en un deportista profesional no es fácil, son muchos los que lo desean e intentan, pero pocos los que lo consiguen. Implica mucha voluntad, esfuerzo, coraje y renuncias. Muchas renuncias.
Los jóvenes adquieren con el deporte grandes experiencias y grandes beneficios. Pero el sendero para convertirse en un deportista de élite es muy costoso y se corre el riesgo de que las cosas no vayan bien y, como consecuencia, llegue el abandono de la actividad deportiva.
No es digno que los jóvenes que se preparan para ser deportistas profesionales renuncien a sus estudios, aunque su futuro sea muy alentador. Es importante que, a pesar de las horas de entrenamiento que exigen algunos deportes, exista tiempo para continuar con sus obligaciones de estudiante.
¿Hay que perseguir los sueños? ¡Siempre! Pero sin abandonar la formación académica. El deporte profesional es muy variable: un día parece que puedes vivir de él y al otro día, quizá, las cosas se pongan más complicadas.
Los jóvenes deportistas deben aprender a enlazar estudios y deporte para así disfrutar de un bonito presente y formarse para un esperanzador futuro, sin que el tiempo dedicado al entrenamiento y competición sirva de pretexto para no batallar por una buena formación académica.
A los adolescentes hay que ayudarles a conseguir las mejores metas que sean capaces de alcanzar. Pero la delicia de competir y triunfar nunca debe dejar paso a la ofuscación.
Muchas gracias. ¡Salud, suerte y hasta la próxima!